Hay cosas que no pueden dejar de sorprenderme, e imagino que
tres cuartos de lo mismo le ocurrirá a mucha gente. No hace muchos días casi el
total de los concejales del PP en el Ayuntamiento de Valencia eran detenidos,
entre gran aparato mediático, por el -supongo que- terrible delito de haber blanqueado
mil euros cada uno. Nueve concejales, a mil euros, nueve mil euros. Eso sí es lavar,
y no lo de los detergentes. Nueve mil euros. Un millón y medio de las antiguas
pesetas. Unos días después, escondido en
algún rincón de cierto periódico, aparece la noticia, a lo que se ve carente de
toda importancia, de que el Clan Pujol, con el ya nada honorable Jordi a la
cabeza, nos ha chorizado a todos los españoles, y en particular a los
catalanes, la poco despreciable cifra de 3.300 millones de euros. Han leído
bien. Tres mil trescientos millones de euros. Lo que en román paladino veía
siendo, antes del euro, quinientos cincuenta y cinco mil seiscientos cincuenta
y tres millones de pesetas. Sí, han vuelto a leer bien: 555.653.800.000, para
ser exactos. Esa gentuza se ha llevado tal cantidad de dinero que ni siquiera somos
capaces de imaginarla. Han acumulado entre Panamá y Belice una fortuna que para
sí la quisiera cualquier empresario. Y sin haber creado Inditex ni nada, oiga.
Pero de tan terrible escándalo, se dirá el amable lector, habrá dado cuenta la
prensa en grandes titulares, primera página y a cuatro columnas. Pues el amable lector se equivoca. Ni uno solo
de los grandes medios escritos ha dedicado una sola línea al asunto. Ni un
telediario, ese que ha dado nombre a una pena injusta y arbitraria al sacar las
detenciones de ciertos imputados en sus informativos, ha abierto las noticias
con las imágenes de esa familia de chorizos. Será que no eran del PP.
Pero no acaba ahí la gravedad del tema. Al parecer, por
causa del más que turbio asunto en que está metido Manos Limpias (desde ahora,
Manos Sucias), el caso Pujol se ha quedado sin acusación popular, lo que, según
informa "El Confidencial" deja vía libre a la fiscalía para pactar con
el clan "una condena simbólica". Sí, han vuelto a leer bien. Una
condena simbólica por robar quinientos cincuenta mil millones. Y pico. Claro
está que con esa cantidad de dinero pueden comprarse la cárcel entera, con
presos y funcionarios incluídos, y así no hay condena que valga. Será por eso,
digo yo. No creo, ni por asomo, que sea por ese comentario que hizo el
nada-honorable Pujol en su comparecencia en el Parlament sobre algo relacionado
con mover el árbol y caerse los nidos, aunque las malas lenguas dicen que
muchos al oírlo pasaron del rojo o el azul al verde y al amarillo, y aún están
tratando de sujetar el árbol no sea que de verdad se caiga algún nido más, que
ya ha habido bastante con Bárcenas, los Eres, Granados, Chaves y Griñán, y
tampoco vamos a destapar ahora la caja de los truenos.
Tal vez sean los dichosos nidos también los causantes de que
la familia al completo no esté en la cárcel como sería lo lógico, y aprovechen
los ratos libres para cambiar su fortuna de banco, que si Andorra, que si
Belice, que si Panamá, que esto es muy complicado, oiga, que es mucha cantidad
y no se hace en un ratito, y total, si no se van a atrever, que papá Jordi lo
tiene todo atado y bien atado. Que hay mucho zumo de alcantarilla, y quien más
quien menos ha tenido que financiar de estrangis al partido, y esto es como las películas de
Almodóvar: Al final, nunca pasa nada.